El déficit atencional o ADHD (Attention Deficit/Hyperactivity Disorder) es probablemente el síndrome psiquiátrico crónico no diagnosticado más común en los adultos (1). Muchos llegan a la edad adulta sin saber que tienen ADHD, lo que parece estar relacionado con ciertos problemas a la hora de obtener el diagnóstico. Según Lili Hechtman y colaboradores, de la Universidad McGill y el departamento de psiquiatría del hospital de niños de Montreal (2), hay cuatro importantes limitaciones relacionadas con el diagnóstico de adultos basado en los criterios del DSM IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales):
1) Los criterios fueron establecidos a partir de estudios de campo con niños, lo que implicaría que tal vez los percentiles no sean apropiados para la población adulta. De hecho, se ha planteado que para los adultos sólo 5 de los 9 síntomas serían necesarios para el diagnóstico (y no los 6 que pide el DSM IV).
2) Los síntomas hiperactivos no serían una descripción adecuada, desde un punto de vista del desarrollo, para los adultos.
3) Los síntomas que tuvieron lugar en la infancia no siempre son fáciles de recordar para los pacientes adultos y a veces no hay familiares que puedan confirmar el inicio de los síntomas antes de los 7 años; por ello se ha planteado el cambio de la edad de inicio por los 12 años de edad.
4) Medir los problemas clínicamente significativos es de por si difícil, tanto en el caso de los niños como en el de los adultos, pero en estos últimos lo es aún más debido a las mayores y más complejas exigencias que deben enfrentar en sus vidas.
Además de lo restrictivo de los criterios de diagnóstico del DSM IV (2, 3, 4, 5), existen otras razones que podrían explicar esta "invisibilidad" del ADHD adulto. En primer lugar, puede que un niño con ADHD no haya sido diagnosticado debido a la alta frecuencia de comorbilidad con otros trastornos, ya que a veces esto hace que el ADHD se deslice subrepticiamente bajo la superficie de los síntomas de una depresión, trastornos ansiosos o problemas de aprendizaje; en otras circunstancias, el ADHD puede ser compensado gracias a un ambiente familiar y escolar favorable o a características propias del niño, como un coeficiente intelectual elevado, atenuando así los síntomas característicos del trastorno (6).
Otro aspecto a considerar es el hecho de que la sintomatología propia del trastorno va cambiando con el paso del tiempo. Por ejemplo, la distractibilidad típica de los niños con ADHD en los adultos puede manifestarse como dificultades en la organización y planificación; por otro lado, la hiperactividad que se aprecia en las conductas manifiestas de los niños, en los adultos generalmente se transforma en una sensación interna de inquietud. Además, en los pacientes adultos los síntomas de inatención llegan a ser más importantes que aquellos propios de la esfera hiperactividad/impulsividad (7).
Otra razón por la cual el ADHD en adultos podría eludir el diagnóstico, es la alta comorbilidad con otros trastornos, ya que puede pasar inadvertido ante la presencia de ansiedad, depresión u otros (6). Además, dado que el trastorno suele considerarse como propio de la infancia, el facultativo puede no contemplar la posibilidad de ADHD en un paciente adulto si éste no sido diagnosticado previamente (6).
Por otra parte, en los adultos, el ADHD suele manifestarse más bien como un déficit relativo o una disminución general en el funcionamiento o rendimiento (7).
La desafortunada consecuencia de esta "invisibilidad" es que muchas personas con ADHD viven una gran parte de sus vidas sin saber a que atribuir sus constantes infortunios y dificultades. Así, muchos de ellos arrastran una pesada carga de desaliento y frustración, además de una larga escucha de críticas y mensajes negativos de padres, profesores, compañeros de trabajo, jefes y cónyuges, con consecuencias devastadoras para su autoestima y confianza en sí mismos. La buena noticia es que nunca es demasiado tarde para tratar el ADHD, ya que la experiencia clínica demuestra que luego del diagnóstico y un tratamiento adecuado, la calidad de vida de quienes se ven afectados mejora de manera sustancial.
Referencias
(1) Adler, L.A. y Newcorn, J.H. (2007). The Impact, Identification, and Management of Attention-Deficit/
(2) Kolar, D., Keller, A., Golfinopoulos, M., Cumyn, L., Syer, C., Hechtman, L. (2008). Treatment of Adults with Attention-Deficit/
(3) McGough, J.J., Barkley, R.A. (2004). Diagnostic Controversies in Adult Attention Deficit Hyperactivity Disorder. American Journal of Psychiatry, 161(11), 1948-1956.
(4) McGough, J.J., McCracken, J.T. (2006). Adult Attention Deficit Hyperactivity Disorder: Moving Beyond DSM-IV. American Journal of Psychiatry, 163(10), 1673-1675.
(5) Faraone, S.V., Kunwar, A., Adamson, J., Biederman, J. (2008). Personality traits among ADHD adults: implications of late-onset and subthreshold diagnoses. Psychological Medicine, 30, 1-9.
(6) Able, S.L., Johnston, J.A., Adler, L.A., Swindle, R.W. (2007). Functional and psychosocial impairment in adults with undiagnosed ADHD. Psychological Medicine, 37, 97-10.
(7) Adler, L.A. (2007). From Childhood into Adulthood: The Changing Face of ADHD. CNS Spectrums, 12 (Suppl 23), 6-9.
Artículo recogido de www.